"Podías haberme dicho que estabas ahí, así no me habrías visto haciendo el loco por la casa". Ella le abrió la puerta y fue a darle dos besos para saludarme, pero él, en vez de en las mejillas, prefirió dárselos en los labios que, como bien recordaba, sabían a Coca-Cola.
"Pero así es como me gusta verte, loca por la vida, porque así es la chica de la que me enamoré." Y así, ella y él, él y ella, que amigos sólo se creían, comenzaron el sueño que ambos cada noche compartían.