lunes, 23 de junio de 2014

Sentimiento condenado.

Dicen que el pulso acelerado y las pupilas dilatadas son sus síntomas. O que los besos en el cuello, las caricias y las palabras sinceras son su causa. Si la pasión es un instinto, los besos son su reflejo. Si el amor es un sentimiento, las cadenas son su condena.
No se puede elegir por quién sentir, al igual que tampoco a quien siente por ti. Somos esclavos de nuestros propios instintos, somos esclavos de nuestros sentimientos. Por mucho que quieras alejarte de los labios por los que suspiras, porque sabes que es lo correcto, recuerda que aquel que tus labios quiere besar, también suspira por los tuyos. Oye sus palabras, saborea sus caricias; siente sus ojos, míralos, graba en tu memoria su mirada para siempre recordarla.


Ahora elige: vive y siente, o vive y encadénate. Debes elegir, no hay vuelta atrás. El aroma de la libertad es demasiado adictivo, una vez que lo pruebas, no necesitas, sino que dependes de él.

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